Observar las piezas…
Observar las piezas, Se disuelven en la jugada. Negarse al largo plazo desde el principio. Es un puente de Rubicón endeble desde su propio compromiso. No aferrarse al lugar ni a la huida. Conseguir que las piezas en el tablero se parezcan, y solo la propia humanidad sepa que son distintas, eficacia de su singularidad de cuadro en cuadro. Nada de juramentos, ni de promesas. Mucho menos ser coherente. Serle infiel incluso hasta al instante. El futuro no es política, sólo una irrupción estética de ese presente continuo que da órganos a un cuerpo y sentido de atributo a la ejecución de las líneas. El pasado no existe, ni siquiera sus padres. Batalla perdida que se gana cuando la inutilidad de los sueños colorea el cielo cuando follas, muy despacio, muy enamorado pero con pésima memoria. El espacio es un fraude, solo capacidad de hacer vista. El único talento es no quedarse quieto. Nada de poner nombres, lo que funciona de forma inolvidable, no lo necesita. Fragmento de traslado. Frente a las emergencias, queda apostar por algo, no sé si el todo o nada pero hay que fijarse en el desarrollo del texto y de su contexto, cuando muda su piel y la piel de uno aún está embadurnada de sudor y de azarosa conducta. Piezas y espejos. ámbito que diverso circunvala su sombra y la acicala. Relato.
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