Profundo coruscante

PROFUNDO CORUSCANTE

“Todo lo profundo ama la máscara”

Friedrich Nietzsche.

Ordenador de 4 años quemándose a lo bonzo. Hay textura/ tesitura en sus archivos. Pendrive de la dicha almacenada, en algún lugar de la habitación. Examinar los libros, trama de desorden, un caos calculado mientras se masajea la membrana en horas de despliegue digital. Mmmm, el aroma del vino sobre la piel desnuda que acompaña. Mmmm, que bien huele… ¿Es recuerdo o futuro la presencia exuberante? La música proviene de un Spotify ajeno, se pide la cuenta a alguien amigo que lo tenga ilimitado, videos en youtube que se alternan además con MP3s variados cuando era tan infinito en su rincón el abuelo que se emborrachaba de a poco con sus discos de vinilo. Habitación donde se ha olvidado lo ingrávido de los buenos momentos. Eternidad en silencio y analógica, por ahora. Quien sabe. Asimilar la habitación es constatar lo profundo. Se desprende lo soñado por las cuatro paredes y a su modo esgrime sus argumentos. Ideas, pensamientos, pasiones y batallas orbitan entre la ropa limpia y las tazas de café sucias. El movimiento tiene el sonido de un teclear pausado. No hay televisor. Por eso, al coruscar la inspiración de un sentimiento de Mayo se apaga el móvil y se ven llamadas perdidas de mediano plazo seductor. Arrojar oscuridad a la trama pendiente. Contexto profundo donde se ve realmente lo que es coruscante. La fiebre y la alergía dan la guerra y hay que revolcarse entre las sábanas. Padecimientos que arrancan la máscara. La habitación es pequeña pero con el ánimo celeste de cualquier otra galaxia.

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